¡El perdón abre las puertas a la abundancia del universo!
Perdonar es uno de los, si no es que el más difícil de los actos. Perdonar requiere total desprendimiento de juicios, expectativas y miedos. Perdonar viene de una elevación natural del alma, es una inteligencia, que trasciende toda lógica, trasciende lo obvio y trasciende por completo a la razón. La palabra perdonar viene del prefijo per- (indica acción completa y total) y donare (regalar)». El acto de perdonar no es solamente un regalo para quien lo pide, si no que también es un regalo para quien lo otorga. El que perdona no carga resentimientos, quien perdona ama, quien perdona es más feliz, quien perdona reconoce en el otro la humanidad del error, de la falla y de la imperfección. Se entrega al otro la sanación y se cura a sí mismo en el proceso.
Perdonar es reconocer en el otro a mi mismo.
Perdonar de corazón y alma requiere la renuncia del orgullo, la renuncia de la venganza y la renuncia de la mezquindad. Perdonar es un acto de amor puro, es reconocer en el otro a sí mismo y tener compasión por sus fallos y faltas. El perdón es la base necesaria para la conexión con la esencia divina existente en el interior de cada uno de nosotros. Esta conexión nos hará salir de ese ciclo interminable de ganancias y pérdidas que nos trae tanto sufrimiento.
Cuando optamos por elegir el perdón, también estamos eligiendo vivir en abundancia y disfrutar de la vida, seremos orientados por el universo y entonces sabremos equilibrar nuestras batallas y esfuerzos, seleccionando lo que realmente importa para nuestra realización interior. Recorrer el sendero del chaman. Al mismo tiempo iniciaremos un proceso de curación basado en el amor, haciéndonos individuos sanos e íntegros al relacionarnos con todos
¿Cómo sería vivir sin penas y rencores?
¿Qué sociedad seríamos si todos nos propusimos a perdonar? Y que quede claro que perdonar y disculpar no son las mismas cosas. Disculpamos un error, un retraso, una pisada en el pie. Perdonamos agresiones, maldades, traiciones, fallas de carácter, egoísmo, falta de caridad. El perdón detiene el ciclo de la maldad, la violencia, el egoísmo y la falsedad. El perdón propone la paz, el borrón y cuenta nueva. El perdón enseña la humildad, la caridad y el amor.
Quien no perdona hace al otro lo que se está haciendo a sí mismo. Quien no perdona alimenta el ciclo del miedo, el odio, la venganza y la crueldad. Negar el perdón, crea separación, «excluye». Negar el perdón es mantener en libertad condicional a nuestro prisionero, ya que en muchas ocasiones, ni siquiera notamos el rencor y la pena que estamos cargando, así que haz un examen de conciencia y crea una lista de personas o situaciones que no tienes bien resueltas o de quien guardas rencores o penas. El acto de perdonar no necesita incluir un perdón verbal, puedes perdonar en tu corazón y amar a quien te ofendió y lastimó (te sugerimos leer: «Como cortar lazos etéreos y liberar ataduras emocionales«.) Perdonar abre puertas y caminos, trae luz a la oscuridad.